| SEP 302016 Y dió comienzo la polarización de fuerzas acompañado de ataques, terrorismo y persecución política, se acentúo la rivalidad básicamente entre "democráticos" e "institucionales" llegando hasta el odio, y hubo de todo, desde ataques verbales hasta llegar a los golpes físicos, vejaciones, persecuciones, destruccion de oficinas sindicales y oficiales ? por mucho tiempo la SEE ha sido el campo de batalla ? no cesaron las descalificaciones mutuas y sucedió lo más grave: la violacion de los derechos laborales de los trabajadores de la educación por los mismos trabajadores, se impuso la anarquía y vino el desorden para generar caos, destruccion y estancamiento profesional. La imagen social del maestro se vino en caída libre y hasta hoy día no se ha detenido. A la fecha, una generación de trabajadores de la educación que está llegando a los 30 años de servicio docente lleva la huella de esta etapa de luchas intestinas, estériles y hasta retrógradas. El gobierno nos tendió el anzuelo y lo mordimos, caímos en la trampa, nos dividimos, nos volvimos a dividir y continuamos dividiéndonos, nuestra debilidad ante el gobierno es obvia, nos tiene en la palma de su mano, hasta el momento nos ha vencido porque nos ha dividido, a todos los grupos les da y a la vez a todos les quita, solo la dignidad profesional y el orgullo de ser maestro podrán recuperar el terreno que se ha perdido. Si reconociéramos el compromiso social que los maestros tenemos podríamos reencontrarnos de nuevo, sin comprometer nada y sin ceñirnos a ataduras ideológicas, a prebendas políticas o a privilegios de grupo que al final son triunfos pírricos y se constituyen en migajas frente a lo que unidos podríamos conseguir para beneficio de todos y no para unos cuantos en la cúpula. En Michoacán, los trabajadores de la educación tenemos uno de los cuadros prestacionales más bajos del país producto de nuestra división y de nuestra torpeza política, hemos destrozado nuestra imagen social con las actitudes públicas que asumimos, hemos puesto en riesgo la educación pública y nuestro propio empleo por el ausentismo recurrente en las aulas de clase, debido al desaliento de los padres de familia ante tanta inasistencia por marchas y paros laborales, el 23.4% de la educación básica es privada, contra el 8% de ésta a nivel nacional, ocupamos los últimos lugares en más de 17 de los 69 indicadores educativos, tenemos un primer lugar pero en reprobación escolar en secundaria. Esto no puede seguir así, hay que detener la debacle, los docentes que sostienen el servicio educativo asistiendo ininterrumpidamente a trabajar se hacen insuficientes para mantener sobre sus hombros el trabajo que nos corresponde hacer a todos, jalando en una misma dirección y multiplicando nuestra fuerza. Es tiempo de levantar la cabeza y vernos unos a otros pero como lo que somos: hermanos de una misma clase...la clase magisterial. El problema no es entre los mismos maestros, el problema lo tenemos contra el patrón sustituto que juega con nuestro futuro, que nos está arrebatando la oportunidad de convertirnos en verdaderos profesionales de la educación al fomentar la corrupción entre nuestras filas. Es tiempo de demostrar el valor y el orgullo de ser maestros, hagamos valer nuestra dignidad sin cruzar nuestras líneas ni estorbarnos unos a otros. El beneficio colectivo debe estar por encima de cualquier interés particular o de grupo, regresemos al orden y encontremos la unidad en la acción, respetando nuestra diversidad política y la pluralidad de pensamiento. Respetando los derechos de los demás, preparándonos permanentemente, transformándonos para transformar y ofreciendo un servicio educativo de calidad con resultados tangibles, sellaría un compromiso social indestructible y el maestro regresaría al lugar que la sociedad le ha tenido siempre reservado. |