El director de escuela: un agente de gestión para la transformación.

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ENE
26
2015
Juan Ávila Osornio. Morelia, Mich. Pocas veces observamos a una de las figuras más significativas en un plantel educativo, función imprescindible en una escuela, pues el funcionamiento de ella no se puede concebir sin la representación del director.
Regularmente ubicamos al director de plantel como un agente de gestión administrativa, y es cierto, porque la norma y los distintos acuerdos que emite la SEP van con ese sentido, el director es el responsable de esa parte del control de la documentación y de llevar por buen horizonte al plantel, sobre todo hoy en día cuando las demandas sociales, económicas y culturales tienen ese sentido, de colocar a la educación como palanca del desarrollo de los individuos y por tanto de las sociedades y sus culturas.
Pero concebir al director como agente de gestión, no es ubicarlo sólo en esa parte cuantitativa de datos, números y actos; o de concentrar fuerzas vagas que fríamente señalan mando, poder, control y una creación reproductora de mandatos que sólo señalan el bien y el mal.
El director no es un poder fundado en la norma, si se ve y trata de ser así, no existe, la resistencia de los otros (maestros, alumnos y padres de familia) impulsará el juego del podemos; siendo así, el deber se convierte en obligaciones funcionales y no de conciencia, pocos lo comprenderán y le darán existencia a la autoridad, mas no al líder que pudiera ser por su capacidad de proyección del plantel. El director tiene que estar a la altura de los retos del plantel; es decir tiene que llegar a ser un líder de gestión institucional.
Recordemos que el poder provoca pasiones y éstas excesos, que a veces hace que los sujetos se vuelven insensibles hasta llegar al despotismo, a luchas infructuosas, a actitudes vanagloriosas, a cultivar resentimientos amargos; a llevar orgullos que inspiran ascensos para tratar de ser igual, sin lograrlo. No pocas veces la dirección de plantel se convierte en el espacio de ambición y de poder de mando, creando rupturas e impotencias, que por desgracia en muchos planteles se revelan el celo que liquida a la obra educativa y con ello terminan con el sustento de la razón y la libertad.
Pero también se puede convertir en el espacio que revela, provoca e incide en crear visiones e iniciativas que llevan a otros devenires y proyecciones que pueden resolver demandas inmediatas. Por eso el Director es una pieza fundamental para alcanzar otras condiciones en y del plantel; pero más para los estudiantes, quienes demandan de los maestros y directivos
una formación teórica, metodológica, tecnológica, empírica y su sensibilidad para tratar al otro sin humillarlo o desprestigiarlo. Tiene el director, principalmente, que llegar a construir y constituir un plantel decente, como bien los señala el filósofo israelita Avishai Margalit (2014), "una comunidad decente es aquella en la cual las instituciones no humillan de manera sistemática a los individuos y éstos no se humillan entre sí por regla o costumbre".
Si el director es un constructor de ideas en torno a su plantel, ideas que busquen innovar profesionalmente a la institución; y claro que deslumbre con su actitud hacia los demás, sea ejemplo vivo del hecho, y busque constituir el colectivo de maestros que aseguren la posibilidad del desarrollo de una educación de calidad en para su entorno.
Si el director de plantel es capaz de entender que el maestro del siglo XXI es un formador de ciudadanos, capaz de leer los contextos locales y globales que le rodean y de responder a los retos de su tiempo, entonces podrá crear las condiciones necesarias para establecer un ambiente que propicie el aprendizaje de calidad, y con ello abonar a otros estados de comprensión del mundo y de la vida. Con ello comprenderá la labor del maestro.

Sabemos que el Director de escuela entiende que los desafíos deben partir de un entendimiento de las dificultades, que hoy son sistémicas, complejas, con cierto enredo en su origen y en el propio proceso, que van cambiando en cada momento, haciendo incomprensible el propio problema, entonces entenderá que lo conveniente será acudir a las reuniones colectivas, ahí donde habrá expertos de varias disciplinas para saber los posibles riesgos, esto llevará a construir nuevas estrategias, las denominadas divergentes, cuya atención será privilegiando el sentido sociocultural, ahí donde radica la técnica, la fe, la creencia, el mito y la ritualidad de vida.


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